La infección se produce cuando, un microorganismo capaz de producir una enfermedad se establece en nuestro organismo. Existen seis tipos de infección: la localizada, sistémica, focal, mixta, primaria y secundaria. Cuando hablamos de una enfermedad infecciosa, nos referimos a que la infección produce signos y síntomas. Toda persona que padece de una enfermedad infecciosa presenta las siguientes etapas: a) El período de incubación (no hay síntomas), b) El período prodómico (síntomas generales), c) El período de enfermedad (síntomas que caracterizan la enfermedad), d) El período de declinar (síntomas comienzan a desaparecer); y, e) El período de convalencia (el cuerpo recupera la normalidad).
En el caso de la odontología, también existen infecciones en la boca, encías, dientes, tejidos blandos, etc. La infección dental es una acumulación de materia infectada (pus) resultante de una infección bacteriana en el centro de un diente. Existen dos tipos de infección dental: a) Absceso en el interior del diente y b) Absceso entre el diente y la encía. La infección comienza cuando la bacteria invade e infecta un diente produciendo pus, si éste no drena se forma un absceso, generalmente, sucede cuando hay presencia de caries dental severa y rupturas o agrandamiento del diente permitiendo que la bacteria invada la pulpa. Las posibilidades de contraer esta enfermedad son muchas, como por ejemplo: la formación de sarro en la encía, mala higiene dental, desnutrición, etc. El síntoma principal es el dolor de muelas intenso y continuo, también abarca el dolor en los dientes al morder, mal aliento, glándulas inflamadas en el cuello y enrojecimiento, sensibilidad e inflamación de las encías. Por lo tanto, existen tres conceptos básicos que deben ser aprendidos a partir de una edad temprana: 1) el conocimiento de la salud bucal, 2) la buena alimentación; y, 3) la enseñanza de un buen cepillado de dientes, todos éstos esenciales para prevenir una amplia variedad de enfermedades.
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